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Lo que pasó y lo que se viene

La idea de opositores de izquierda y radicales es preparar un paro nacional de tres días convocado por los llamados Frentes Regionales. Para ello pretenden sumar a los el sur y a los de la selva - estos ya llamaron a una huelga para el 17 de Marzo - , junto con la CGTP. Sin embargo, el propósito desestabilizador tiene dificultades.

En Cusco, los dirigentes y autoridades regionales se debaten en la contradicción de querer que se les devuelva la sede de APEC y su negativa a garantizar la tranquilidad. En Arequipa, el FACA (Frente Amplio Cívico de Arequipa), protagonista de muchas asonadas, está debilitado y fracasó en su intento el viernes 29 de fijar una fecha para un “paro macroregional del sur”.

Las autoridades de Arequipa, Juan Manuel Guillén y Simón Balbuena, critican al gobierno pero desearían que su ciudad reemplace al Cusco como sede de APEC. Al mismo tiempo, tienen una disputa con los dirigentes del FACA y otros radicales por el liderazgo.

Los opositores políticos de izquierda, encabezados por Ollanta Humala y sus congresistas pretenden la censura del ministro del Interior, para lograr una victoria sobre el gobierno, pero es muy difícil que lo logren.

Los partidarios de Humala han estado activos en las protestas de la última quincena, pero no han sido el elemento determinante que las desató y tampoco tuvieron un papel destacado en la conducción. Aunque algunos altos cargos del gobierno han pretendido responsabilizarlos a ellos y a Patria Roja, la realidad es que su participación –muy a su pesar- ha sido relativa.

Lo sucedido con el paro agrario y las huelgas en el Cusco y Ayacucho, analizados en otras partes de este reporte, han mostrado la facilidad con que pueden producirse hechos de violencia luego de un período de calma.

Para ello se han sumado problemas sectoriales, como los de los agricultores, con un malestar sordo por las alzas de precios que afectan a los más pobres, el descontento regional en el Cusco provocado por la desinformación, y la acción de grupos radicales y autoridades locales y regionales que buscan recuperar popularidad.

La imagen del país ha quedado mellada con estos disturbios, sobre todo por la cancelación de Cusco como sede de varios eventos de APEC.

Todo esto va a incentivar a los sectores radicales a preparar marchas y manifestaciones en mayo y noviembre, con ocasión de las dos cumbres internacionales. Sobre todo si hay una “cumbre alternativa” a la reunión de mayo, liderada por Hugo Chávez, que sin duda no escatimará esfuerzos ni recursos para hacerse notar.

El gobierno ha dado muestras de descoordinación y de no tener una estrategia clara para enfrentar esos problemas.

Las acciones de protesta en eventos internacionales son inevitables. Ocurren en todas partes del mundo. El asunto es poder manejarlas con discreción y sin que sobrevengan hechos fatales.

Es de esperar que el gobierno, a la luz de lo ocurrido estas dos semanas, aprenda la lección.