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Alto Huallaga: violencia y narcotráfico

Un crimen espantoso ocurrió la madrugada del domingo 20 cerca el caserío de Alto Shiringal, en Padre Abad, Ucayali. Seis miembros de una familia fueron asesinados a machetazos, entre ellos tres niñas: Aniceto Cámara Valentín (30), su esposa Cesárea Polino Orgones (28), junto a sus tres hijas de diez, siete y un año. También fue asesinado Invención Cámara Valentín, hermano de Aniceto.

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El crimen fue presentado por las autoridades como una represalia contra esa familia campesina por haber informado al CORAH (dependencia del Ministerio el Interior encargada de erradicar la hoja de coca ilegal) sobre sembríos en la zona que fueron erradicados el año pasado.

La realidad parece ser otra. Según fuentes generalmente bien informadas en esa región, esa familia manejaba dos pozas de maceración de pasta básica de cocaína, aunque también se habían incorporado al Programa de Desarrollo Alternativo (PDA) que promueve el gobierno en Padre Abad.

Es decir, habría sido una represalia del narcotráfico pero no por trabajar con el PDA, sino por pugnas alrededor del tráfico de drogas.

Dos días después, el martes 22, la Policía encontró los cadáveres de Geison Manuel Mendoza Córdova (16) y Alberto Benavides Chiquilín (20) en la zona de Curva del Diablo, en la carretera Fernando Belaunde Terry, en Tocache, San Martín. Ambos tenían pies y manos y amarrados y habían sido muertos de un disparo en la cabeza. Típico método del narcotráfico en la zona.

Los familiares de los asesinados dijeron que no iban a denunciar los crímenes: “para qué, si ya están muertos”. Eso corrobora la relación de los muertos y sus asesinos con el narcotráfico.

El experto Rubén Vargas dice que la zona cocalera del nor oriente se han registrado 10 asesinatos relacionados con el narcotráfico en enero. Según Vargas, el 2007 se reportaron 25 asesinatos vinculados al narcotráfico en esa región, otros 21 atribuidos a represalias de Sendero Luminoso y 3 policías victimados por ese grupo terrorista, en total 49 víctimas de la violencia. Esto, hay que remarcarlo, son los crímenes reportados.

Probablemente hay varios más que nunca fueron informados.

En suma, la violencia que genera el narcotráfico sigue aumentando en el Alto Huallaga y va adquiriendo ribetes espeluznantes, como el cruel asesinato de la familia Cámara en Padre Abad.

La violencia del narcotráfico se va instalando progresivamente en Lima también. El miércoles 23 fue asesinado José Mori, “Shevaco”, en los exteriores del penal San Jorge, en el centro de Lima, cuando iba a una audiencia judicial. Al parecer, se trató de un ajuste de cuentas entre narcotraficantes.

De otro lado, los cocaleros ilegales de Tocache amenazaban con iniciar una huelga el viernes 1 de febrero, contra la erradicación que viene realizando el CORAH. Entre el 18 y el 28 de enero, se habían erradicado 384 hectáreas de coca ilegal. La medida de fuerza es promovida por Wilder Satalaya, dirigente de la asociación de cocaleros de Tocache, que responde al liderazgo de la congresista Nancy Obregón.

Sin embargo, es dudoso que esa huelga pueda prosperar. Las últimas acciones que han intentado los cocaleros de Tocache el año pasado fracasaron. No sólo fueron rechazadas por la población, sino que contaron con escaso apoyo entre los propios cocaleros ilegales.

Más preocupante parece ser la situación de los beneficiarios del PDA de Tocache. Ellos amenazan con tomar acciones a partir del martes 5 de febrero. Aducen que el PDA no ha cumplido con sus compromisos de apoyarlos con ganado de calidad y algunos cultivos, para reemplazar los ingresos de la coca erradicada.

Al parecer ha habido problemas con algunos operadores contratados por el PDA, que no respetaron las especificaciones del apoyo prometido. Funcionarios del PDA estaban tratando de resolver el problema.

En Tocache se está aplicando una nueva estrategia que viene teniendo éxito, que consiste en que el PDA interviene inmediatamente en la zona en que el CORAH ha erradicado la coca ilegal.