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Por eso Huamán se atrevió a promover la “Jornada” a pesar que el paro nacional del 9 de julio no había tenido la contundencia que sus organizadores esperaban.
El resultado estuvo mucho más cercano al fracaso que al éxito. Salvo el Cusco, donde los radicales pudieron imponer el paro en ciertas actividades, en el resto el país hubo esporádicas manifestaciones.
Los promotores de la jornada del martes 7 no pudieron lograr que Tacna y Moquegua se sumaran a su medida. Más bien esas regiones, enfrentadas entre sí, realizaron sus paralizaciones días antes.
Ollanta Humala, conciente que el éxito de la jornada hubiera fortalecido las aspiraciones de Huamán, tuvo una posición ambigua, pero en la práctica no se esforzó por el éxito de la medida de lucha.
Esto es una muestra más que las disputas entre las diversas facciones y caudillos izquierdistas, analizadas en reportes anteriores, está jugando un papel crecientemente importante en la manera en que ellos enfocan su participación en las acciones de protesta contra el gobierno.
Un elemento a destacar, es que la campaña del gobierno contra Mario Huamán, presentada por varios medios de comunicación, recordando que hace quince años mató a su cuñado de un disparo, encontrándose bajo efecto del alcohol y las drogas, tuvo el efecto de ponerlo a la defensiva.
Por último, cabe mencionar que el escándalo de los audios, el denominado Petrogate, que se inició el domingo 5, tuvo también como consecuencia pasar a un segundo plano la jornada de lucha.